Redacción IWomen
¿Cómo puedes utilizar la inteligencia emocional para gestionar tus niveles de energía cuando trabajas?
El primer paso para gestionar tus niveles de energía es identificar qué te da energía y qué te drena. Evalúa cómo te sientes antes y después de diferentes actividades, tareas o interacciones. Esto puede ayudarte a descubrir tus fuentes de energía, como la creatividad, el aprendizaje, la colaboración o el reconocimiento, y tus drenajes de energía, como el aburrimiento, el conflicto, la ambigüedad o la crítica. Al conocer tus fuentes de energía, puedes planificar tu jornada laboral para incluir más fuentes de energía y reducir tu exposición a los consumos de energía.
El segundo paso para gestionar tus niveles de energía es gestionar tus emociones. Las emociones tienen un impacto directo en tu energía, motivación y concentración. Las emociones negativas, como la ira, el miedo o la frustración, pueden agotar tu energía y afectar su desempeño. Las emociones positivas, como la alegría, la gratitud o la curiosidad, pueden aumentar tu energía y mejorar tu rendimiento. Reconoce, expresa y afronta tus emociones de forma saludable. Por ejemplo, puedes utilizar el mindfulness, la respiración o llevar un diario para calmarte cuando te sientas estresado.
El tercer paso para gestionar tus niveles de energía es comunicar tus necesidades. A veces, es posible que necesites pedir ayuda, comentarios o apoyo de otras personas para completar tu trabajo o superar un desafío. Otras veces, es posible que necesites establecer límites, decir no o delegar tareas a otros para proteger tu energía y evitar el agotamiento.
El cuarto paso para gestionar tus niveles de energía es recargarte. Trabajar continuamente sin descansos puede agotar tu energía y reducir tu productividad. Necesitas tomar descansos regulares para descansar, relajarte y rejuvenecer tu mente y tu cuerpo.
El quinto paso para gestionar tus niveles de energía es aprovechar sus fortalezas. Las fortalezas son las cosas en las que eres buena y que disfrutas hacer. Pueden ayudarte a desempeñarte mejor, sentirte más segura y experimentar más satisfacción en el trabajo. Puedes usar tus fortalezas para superar desafíos, resolver problemas o crear oportunidades, o puedes usar sus fortalezas para ayudar a otros, colaborar o influir.
El sexto paso para gestionar tus niveles de energía es equilibrar tu energía. La energía no es un recurso fijo que hay que conservar o racionar. Es un recurso dinámico que puedes expandir o contraer dependiendo de cómo lo uses, puedes equilibrar tu energía entre el trabajo y la vida, entre las tareas y las relaciones, o entre la urgencia y la importancia.