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Redacción IWomen 

Lo que nos permite esforzarnos por lograr más es nuestra capacidad de adaptarnos constantemente. La adaptación hedónica, nos brinda una capacidad increíble para aclimatarnos a los acontecimientos de la vida tanto positivos como negativos.

La adaptación hedónica nos establece un nivel básico de satisfacción después de que suceden cosas objetivamente buenas y no tan buenas.

Si bien todos los animales están obligados a sobrevivir, nosotros, como humanos, podemos ser únicos en cuanto a hasta dónde llegaremos para mejorar esa existencia. 

El impulso motivador que nos dice que busquemos comida cuando tenemos hambre o que busquemos refugio cuando llueve está preparado para encontrar otras mejoras creativas en la vida.

La adaptación hedónica es la razón por la cual comprar un auto nuevo se siente espectacular durante unas semanas y luego gradualmente menos hasta que nos damos cuenta de que necesitamos algo más para provocar el éxtasis nuevamente.

Otro factor que alimenta nuestros deseos y anhelos es la comparación. No sólo nos comparamos con los demás, sopesando nuestro éxito y felicidad con los de ellos, sino que también podemos yuxtaponer nuestras circunstancias actuales con lo que podríamos desear en el futuro.

En conjunto, la adaptación hedónica y la comparación significan que las metas finales cambian constantemente. Lograr un objetivo o comprar un artículo es sólo el comienzo del ciclo. Cuando la novedad desaparece, buscamos lo siguiente que pueda traernos la autorrealización.

Cómo salir de la trampa hedónica

Sentirse suficiente y tener metas no son mutuamente excluyentes. Se ha demostrado que el establecimiento de objetivos aumenta el rendimiento y la motivación. Sin embargo, no todos los objetivos son iguales. 

En lugar de fijarnos metas basadas en acumular cosas, deberíamos trabajar hacia el crecimiento y desarrollo personal. Esto requiere una introspección profunda para determinar qué valoramos. Si no nos detenemos a considerar lo que queremos de la vida y, como resultado, terminamos siguiendo el status quo, terminaremos concentrarnos en cumplir la idea de éxito de otra persona.

Analiza si una meta aumenta tu felicidad o la resta, si es realmente alcanzable o está fuera de nuestro alcance, y si es algo que realmente queremos o algo que observamos que otra persona logró.

Puede que estas no sean preguntas fáciles de responder, pero vale la pena considerarlas.

Otro cambio de mentalidad implica dejar de sentir que tenemos un déficit. Si percibimos que nuestro punto de partida está por debajo de la línea de base, nunca saldremos de ese agujero. Esta línea de pensamiento supone que aquellos que trabajan, viven o tienen conexiones sociales diferentes a las que aspiramos, no pueden vivir una vida plena.

Esta es la trampa que nos ponemos a nosotros mismos.

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