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A riesgo de afirmar lo obvio: el éxito parece diferente para diferentes personas. Pero hay una cosa que todos tenemos en común. Queremos envejecer y decir: “No perdí mi tiempo en esta Tierra”. “Hice lo mejor que pude con lo que tenía”. o “Viví mi vida al máximo”.

Lamentablemente, no todo el mundo consigue esto y, a menudo, se dan cuenta demasiado tarde, cuando lo único que les queda son los arrepentimientos.

Hay más personas que se arrepienten de las cosas que no hicieron en la vida que de las que sí hicieron. Probablemente se deba a que podemos corregir nuestros errores pero no podemos retroceder en el tiempo y hacer algo con lo que soñamos pero que no perseguimos.

Muchos de nosotros pensamos que podríamos arrepentirnos de no haber hecho lo que se supone que debemos hacer: no haber trabajado más duro en esa promoción, no haber sido más disciplinados con nuestros entrenamientos y no haber ahorrado lo suficiente. Pero la mayoría de las personas sienten arrepentimiento relacionado con su “yo ideal” y no con su “yo debería”, que se refiere a los rasgos y habilidades que creemos que deberíamos poseer; quiénes creemos que deberíamos ser.

En otras palabras, hay una cosa de la que seguramente nos arrepentiremos en la vida; no convertirnos en la persona que soñábamos ser, no alcanzar nuestro potencial, no seguir ese sueño.

El único error que no podremos corregir es no tomar medidas constantes para convertirnos en nuestro yo ideal.

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