Para concretar algo no hay que tratar. Para concretarlo hay que hacer.
La diferencia entre tratar y hacer radica absolutamente en tu perspectiva. Y es eso lo que marca toda la diferencia del mundo.
Viéndote a ti mismo en actitud de intentarlo, te estás agobiando con la expectativa del fracaso. En cambio, pon toda la energía y el foco en hacer lo mejor que puedas, y en esperar los mejores resultados.
El hecho de tan sólo intentarlo constituye en si mismo una excusa, y ello te da permiso para poner todo tipo de otras excusas. Hacer, por el contrario, genera resultados.
Si vas a hacer el esfuerzo, entonces haz que valga la pena. Deja de lado todo tipo de pensamiento en cuanto a que estás tan sólo intentándolo, y aférrate a las más positivas expectativas.
Eres absolutamente capaz de marcar una diferencia real y valiosa. Así que olvídate de intentar y con una bien merecida confianza en ti mismo, muévete y hazlo.
Decide estar aquí y ahora en este hermoso, poderoso lugar. Vive y crece sobre el inmenso tesoro que ahora mismo es tuyo.