Hay días en los que todo parece desbordarse. El trabajo se acumula, las notificaciones no paran, y la vida te lanza una curva tras otra. El caos puede sentirse como una corriente que te arrastra, pero no tienes que dejarte llevar. Encontrar calma en medio de la tormenta no es magia; es una elección, un músculo que puedes fortalecer con pequeños pasos que te devuelven el control.
Cuando sientes que todo se mueve demasiado rápido, detente un segundo. Respira hondo, cuenta hasta cinco, y suelta el aire lentamente. Este simple acto puede ser tu ancla. También puedes llevar un cuaderno o usa una nota en tu teléfono para escribir lo que te abruma. Ponerlo en palabras te ayuda a desenredar el nudo y a ver qué puedes abordar primero.
Si sientes que necesitas reconectar contigo mismas, establece pequeños rituales como un refugio, un recordatorio de por qué tienes derecho a pausar. Si el caos viene de afuera, crea un espacio que te inspire: ordena un rincón de tu casa, enciende una vela, o pon una planta cerca. Serán pequeños detalles que te darán calma.
Un regalo para ti misma
Pregúntate: ¿qué puedo hacer ahora mismo para sentirme un poco más ligera? Tal vez es decir “no” a algo que no puedes asumir o pedir ayuda sin culpa.
No te olvides la importancia del descanso, de dormir lo suficiente, comer algo que te nutra, mover el cuerpo aunque sea unos minutos: estas son las bases que te mantienen firme. Y cuando el caos vuelva, porque siempre lo hace, recuerda que la calma no está fuera de ti; está dentro, esperando a que la reclames. Navegar el caos con calma es un regalo que te das a ti misma.
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