Redacción IWomen
A veces sentimos que no podemos con todo, que no nos alcanza el tiempo, que nos faltan manos, ojos y tiempo para lograr lo que queremos.
En realidad, no importa, porque saber dónde están tus límites y dónde terminan tus ganas es bueno y es saludable. Entender que también necesitas y tienes derecho a decir “no puedo más” responde a la necesidad de no perder el aliento.
Puede parecer irónico, pero si hay un estado al que muchos hemos llegado es a “sentirnos cansados de estar cansados”.
Es una experiencia vital abrumadora, no hay duda, porque no sólo quedamos atrapados en un cuerpo que se siente agotado, sino que además en nuestra mente se debaten dos voces nerviosas. La primera no hace más que repetir aquello de “no te pares ahora, tienes muchas cosas que hacer”, mientras la otra, insiste en forma de letanía “pero si ya no doy más de mí”.
En estas situaciones de no puedo con todo no sirve de nada pintar mandalas, ni tomarnos una tarde libre, ni desconectarnos por unas horas. Son paliativos temporales ante una herida más profunda.
Lo creamos o no, hay cansancios que reflejan problemas subyacentes, procesos de estrés y ansiedad muy debilitantes.
Tener la valentía de decir en voz alta que tienes límites, que no puedes más o que te niegas a asumir más responsabilidades tampoco supondrá ninguna catástrofe, no se acabará el mundo.
Si te atreves a ponerlo en práctica descubrirás que no pasará NADA. Todos en algún momento hemos pensado en ese “no puedo con todo”. Pero el no puedo con todo puede afrontarse poniendo límites saludables.