Tus superpoderes no son capas ni rayos láser, son esas fortalezas que llevas dentro y que te hacen destacar en los momentos que importan. Quizás eres una maestra organizando proyectos bajo presión, o tienes un talento innato para escuchar y dar claridad a quienes te rodean. Identificar estas cualidades no es solo un ejercicio de autoestima, es una estrategia para enfrentar la vida con confianza. Tómate un momento para escribir tus cinco fortalezas principales. Pregúntate: ¿qué me hace brillar? ¿Qué habilidad siempre me saca adelante?
Una vez que tengas tu lista, piensa en cómo usar esos superpoderes en situaciones clave. Por ejemplo, si tu fortaleza es la empatía, úsala para mediar en un conflicto laboral. Si eres una planificadora nata, aplica esa habilidad para organizar tus metas a largo plazo. La clave está en conocer tus herramientas y saber cuándo usarlas.
Para hacer esto práctico, prueba este ejercicio: escribe un momento reciente en el que enfrentaste un desafío. ¿Qué superpoder te ayudó a superarlo? Si no lo usaste, ¿cómo podrías haberlo aplicado? Este simple acto de reflexión puede cambiar cómo enfrentas el próximo obstáculo. La vida no siempre avisa, pero tus superpoderes están listos para actuar.
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