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La idea detrás de esta afirmación es que, a veces, cuando algo que valoramos o apreciamos se desmorona, puede ser un paso necesario hacia algo aún mejor en el futuro. Puede ser difícil de ver en el momento, pero puede generar crecimiento y cambios positivos.

Esto se puede aplicar a muchas áreas de la vida, como las relaciones, las carreras o incluso el crecimiento personal. Por ejemplo, una relación puede terminar, pero podría generar la oportunidad de conocer a alguien que es mejor pareja y a quien de otra manera nunca habrías conocido. O bien, la pérdida del empleo podría brindarle la oportunidad de seguir una carrera profesional más satisfactoria.

Es importante recordar que, si bien puede ser doloroso o difícil experimentar que algo se desmorone, puede ser una oportunidad para crecer y crear algo aún mejor en el futuro. Se trata de aceptar el cambio y tener fe en que al final las cosas saldrán bien.

También estamos en constante cambio y evolución. Es un recordatorio de que por mucho que intentemos resistirnos al cambio o aferrarnos al pasado, es inevitable y forma parte de la experiencia humana.

En lugar de resistirse al cambio o intentar aferrarse a un sentido fijo de identidad, es importante abrazar la fluidez de la naturaleza humana y aceptar que el cambio es una parte natural de la vida. Esto puede permitirnos crecer y evolucionar como individuos, sin dejar de ser fieles a nuestro yo fundamental.

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