Hay quienes ven las flores y solo perciben su belleza pasajera. Luego están almas como la de Karla Flores, que descubren en cada pétalo un universo de emociones, una forma de diálogo sin palabras. Ella es mexicana, comunicadora social y una apasionada de la belleza y los detalles.
Su historia con las flores comenzó siendo una conversación íntima con la naturaleza, un juego de infancia que se convertiría en el propósito de su vida. “Hay una anécdota de mi abuelita que dice que de niña me escapaba a un campo que había enfrente de su casa, cortaba florecitas y armaba unos ramitos”, comparte Karla con esa nostalgia que solo brilla cuando se habla de los primeros amores. “Pero en realidad creo que nace de mi abuela materna. A ella siempre le han gustado las plantas y las flores. Entonces, nace un poco de ahí, de esta convivencia con mi abuelita”, agrega.
El destino, sin embargo, la llevó primero por otros caminos. Durante años, formó parte del acelerado mundo corporativo en una importante empresa de delivery. Pero su corazón anhelaba algo más. “La verdad es que la vida me fue empujando a dar ese brinco”, confiesa. Renunció, escuchando tanto a su pasión como a su cuerpo, que le pedía un cambio. Así nació oficialmente Florette Boutique, aunque la semilla llevaba años germinando en su interior.
Sembrando el sueño
Aquellos primeros días fueron de vértigo y valentía. “Fue muy retador”, admite. Reimaginar su negocio, encontrar su estilo único, aprender a moverse en las mareas del emprendimiento. Pero Karla no era una principiante: su formación en comunicación y marketing se convirtió en su brújula. “No fue tanto crear desde cero en cuanto a las flores, porque esa parte ya la tenía más clara, sino más bien organizar y estructurar el negocio”.
Lo que siguió fue un viaje de autodescubrimiento. Dejar atrás la seguridad de lo digital para abrazar lo orgánico, lo imperfectamente perfecto de la naturaleza. “Crear es un proceso precioso, lleno de emociones y significado”, dice. Pero su pasado corporativo no fue en vano: le enseñó a darle forma a la inspiración. Hoy, cada creación de Florette Boutique lleva su esencia: “Mi sello personal es transmitir emociones a través de mis creaciones”.
Entre sus historias más preciadas están los ramos que diseña para su abuela, su inspiración constante. “A ella le encantan los arreglos pomposos y grandes, así que en cada cumpleaños, Día de las Madres o fecha especial, busco sorprenderla con algo diferente”. Esa búsqueda de conexión emocional es lo que Karla imprime en cada pedido: que las flores no solo lleguen, sino que hablen, que abracen, que consuelen.
Su camino como emprendedora le ha dejado lecciones profundas, como la importancia de escuchar al cuerpo, atender las necesidades y permitirse el bienestar. Y a quienes dudan en perseguir sus sueños, les regala estas palabras como un ramo de esperanza: “Atrévanse, jamás se van a arrepentir de seguir sus sueños”.
El futuro de Florette Boutique florece con promesas: crecer en Guadalajara, México, conquistar el mundo de los eventos, ser parte de historias importantes. Pero más allá de los logros, Karla ya ha ganado lo esencial: la certeza de estar viviendo su propósito. “Disfruto y me apasiona lo que hago, y cada vez que creo un arreglo floral, lo confirmo”.
Porque en su taller, las flores dejan de ser simplemente flores. Se convierten en extensiones del alma, en mensajeras de emociones, en el legado de aquella niña que alguna vez jugó entre los campos, sin saber que estaba preparándose para cultivar sueños.
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