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No hay cámaras, solo el eco de tacones a las 5:30 a.m. Catalina Maya se alista con un outfit elegido para conquistar el día antes de que amanezca. Su estilo y elegancia la acompañan siempre, y levantarse temprano no le pesa, es una mujer diurna que le hace honor a ese ritual sagrado cuando empieza cada jornada.

La mujer que convirtió el miedo en combustible y el control en un arte que luego desaprendió, teje su vida entre cifras de audiencia, frascos de skincare y la certeza de que la felicidad no es un destino, sino un verbo en gerundio. 

Su vida profesional comenzó a los 13 años. Modeló en una época en que la industria de la moda colombiana era un desierto de oportunidades, pero ella lo convirtió en oasis. “Éramos pocas”, recuerda.  Estudió Comunicación Social y se ancló en la W Radio, que todavía sigue siendo su hogar. Hoy, su vida profesional transita entre sus pasiones: El periodismo, la moda, su empresa de productos de skincare y Catalina Maya PR, su empresa de relaciones públicas.

Skincare con ADN colombiano

Hace aproximadamente cinco años creó su línea de skincare, Catalina Maya, en Medellín. Pero mucho antes, y a kilómetros de su natal, se gestó la idea en ella. “Viví varios años en Suiza, antes de mudarme a Miami, una etapa completamente distinta en mi vida. Mientras mis hijos eran pequeños, me dediqué a estudiar plantas y la formulación de grandes marcas de cuidado de la piel. A través de un análisis riguroso, entendí que lo más costoso no siempre es lo más efectivo, y quise que esa fuera una de las banderas de mi marca. Hoy, seguimos creciendo y expandiéndonos a nuevos mercados”, explica. 

Sus productos son dermatológicamente comprobados, pero accesibles. Detrás de cada crema hay una filosofía: Generar empleo en su país. Actualmente, cuenta con 600 tiendas virtuales y expansión en Latinoamérica. Su marca es un sueño cumplido que entiende las necesidades de las mujeres actuales. Pronto lanzará productos nuevos. 

La Catalina que nadie graba

“Soy una mujer normal”, dice sin dudar. Mamá de dos jóvenes de 17 y 18 años, esposa, una mujer sumamente familiar. Aunque su vida profesional le demanda mucho tiempo y atención, colecciona horas robadas a la agenda. Almuerzos de siete horas con amigas, películas con sus hijos Valentina y Nico, y con un humor negro que pocos entienden. “Me encanta la comida chatarra y las conversaciones que no tienen prisa”.

También es una mujer muy consentida. Detrás de esa imagen que mucha gente tiene de que es “muy fuerte” o “muy ruda”, ella asevera de que “eso es un mito”. Pero la verdad es que es superconsentida. Le fascina estar en su casa, salir a comer con su núcleo cercano y disfrutar de las cosas sencillas que le llenan el alma y el corazón. 

A los 44 años, Catalina ya no busca controlar el universo. “La vida me enseñó que aferrarse duele más que soltar”, dice. La maternidad le hizo comprender que el amor duele cuando es profundo, pero también cura. “No soy amiga de mis hijos, soy su mamá. Soy estricta”, pero les hace saber siempre que son el lugar seguro al que pueden ir para todo lo que necesiten y esa misma confianza les ha hecho estrechar lazos. En el trabajo, delegar fue su revolución; en el matrimonio, entender que el partner ideal no es quien te completa, sino quien camina a tu lado sin prisa.

El miedo como impulso y la gratitud como bandera

Catalina dice que “cuando uno hace las cosas con miedo, las hace mejor”, repite como un mantra heredado de sus años de lucha. Lo aplica al lanzar mercados nuevos, al educar a sus hijos, al ver a Valentina partir a la universidad. Cree que el miedo no desaparece; se convierte en un compañero incómodo que te empuja. 

Incluso con miedo creo Catalina Maya PR, su agencia que apunta a ser referente en Estados Unidos, un sueño que palpita al ritmo de Gratitud de Fonseca, la canción que eligió como soundtrack de su vida y con esas dos palabras, Diego y gratitud, nos recuerda que en todo momento hay motivos para agradecer. 

Aunque ha alcanzado fama, visibilidad, conquistas y el cariño de quienes siguen su trabajo, para Catalina, el éxito no se mide en portadas o cifras. Lo suyo no es una carrera, sino una coreografía entre caídas, pasos en falso y victorias que, al final, dibujan una vida plena.

“Lo peor que puede pasar es que salga mal. Y si sale mal, empezamos otra cosa”. Así, sin clichés,  escribe su leyenda: una sinfonía imperfecta y maravillosa donde la gratitud es la nota que nunca calla. Lo que viene, en lo que sea que emprenda, tendrá la mística y la esencia de su nombre, mismo que se ha convertido en un símbolo de empeño, logro, calidad, clase y belleza.

¿Cómo contactar a Catalina?

Web Productos: https://catalinamaya.com/ 

Web PR: https://www.catalinamayapr.com/

Instagram: https://www.instagram.com/catalinamaya/

 

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