La maternidad no tiene por qué ser sinónimo de agotamiento ni de soledad. Criar no debería recaer en una sola persona, y mucho menos en una sola mujer. En un mundo que cambia, también cambian las familias, los vínculos y los acuerdos. La crianza compartida entre padre y madre es una de las transformaciones más poderosas que podemos abrazar: un modelo de corresponsabilidad, amor y respeto que beneficia a todas y todos.
🤝 Crianza compartida no es ayudar, es asumir
Cuando hablamos de crianza compartida, hablamos de mucho más que “ayudar”. Se trata de construir una relación de pareja basada en la equidad, donde ambas partes asumen con conciencia y compromiso el cuidado, la educación y el acompañamiento de sus hijas e hijos. Es decidir, todos los días, criar en equipo.
💞 Criar en equipo fortalece todos los vínculos
Esta forma de maternar y paternar no sólo fortalece el vínculo con los hijos, sino también el de la pareja. Permite que las madres podamos tener espacios para nosotras: para descansar, para crecer, para seguir soñando. Y les da a los padres la oportunidad de involucrarse desde el amor, no desde la obligación. De dejar huella. De ser verdaderos referentes emocionales.
🌈 Una nueva forma de vivir en familia
La crianza compartida desafía los roles tradicionales y abre paso a una convivencia más justa y equilibrada. Es un acto de valentía, de ternura, de conciencia. Es una invitación a cambiar el mundo desde casa, desde lo cotidiano, desde lo que enseñamos con el ejemplo.
🧃 El cambio comienza en lo cotidiano
El cambio empieza cuando un padre prepara la lonchera, cuando una madre confía en delegar, cuando ambos dialogan, acuerdan y caminan juntos. Porque criar no es una carga que se reparte, sino una oportunidad que se comparte.
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