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Emprender es una aventura emocionante, pero, créeme, también tiene sus retos. Al principio, pensé que lo sabía todo, pero la realidad me dio un par de lecciones duras. Cometí algunos errores y hoy quiero hablarte de ellos para que tú los evites y puedas enfocarte en hacer crecer tu negocio.

Exitosa mujer de negocios de pie en su oficina, utilizando su smartphone para comunicarse. Parece feliz

Uno de mis primeros errores fue lanzarme al mercado sin un plan sólido. Tenía una idea increíble (que luego se convirtió en IWomen), pero sin una hoja de ruta concreta, me sentí perdida. Si no tienes un plan de negocios, vas como un barco a la deriva. ¿A quién le vende? ¿Cómo lo haces? ¿Cuál es tu objetivo a largo plazo? Todo eso debe estar claro desde el principio. Tómate el tiempo para investigar tu mercado, conocer a tus clientes y, sobre todo, escribir todo eso. No lo dejes en tu cabeza, porque con el caos diario, se te va a olvidar.

Me encantaría decir que fue fácil, pero no lo fue. Durante mucho tiempo, subestimé el poder de llevar una buena gestión financiera. Me enfocaba tanto en la creación de mi producto, que cuando llegaba el momento de revisar los números… prefería mirar para otro lado. ¡Gran error! Las finanzas son el corazón de tu negocio. Tienes que saber qué entra y qué venta, porque de lo contrario, aunque vendas mucho, puedes quedarte sin dinero para pagar tus gastos. Si los números no son lo tuyo, busca ayuda, pero no los ignora.

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En algún punto, pensé que podía hacerlo todo solo. Me sentí capaz, motivada y, lo admito, un poco controladora. No quería soltar el mando ni delegar tareas. El resultado: cansancio total. No puedes, ni debes, hacer todo tú. Tienes que aprender a delegar, a confiar en los demás, ya enfocarte en lo que mejor haces. Cuando finalmente empecé a delegar, las cosas mejoraron y, lo más importante, mi salud también.

Por otra parte, no escuchar al cliente es un error que cuesta caro. Al principio, pensé que sabía lo que mis clientes querrían. Error. No escucharlos, me costó ventas y, lo que es peor, reputación. Los clientes son los que te dicen lo que realmente necesitan. Si no escuchas su feedback, te estás perdiendo una mina de oro. Ellos tienen la respuesta a cómo mejorar tu producto, solo tienes que estar dispuesto a escuchar y hacer los cambios necesarios.

Recuerda que el mercado cambia constantemente, y si no te adaptas, quedan fuera de juego. Lo aprenderé de la manera difícil. Por un tiempo, me resistí a algunas tendencias, pensando que mi forma era la mejor. Gran error. Adaptarse a los cambios es crucial para sobrevivir y mantener tu negocio relevante.

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Finalmente, uno de los errores más tontos que cometí fue no darle importancia al networking. Pensé que mi trabajo hablaría por sí solo, pero en realidad, las conexiones son fundamentales. No sabes cuántas puertas te puede abrir una buena red de contactos. Habla con otros emprendedores, asiste a eventos y construye relaciones.

Ser emprendedor es un aprendizaje constante. Lo importante es que, aunque cometas errores, sigue adelante y aprende de ellos. Yo los cometí, pero tú no tienes que hacerlo. Aprende de mis tropiezos y lánzate a construir tu negocio con una mentalidad abierta y preparada para el éxito. ¡Vamos!

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