Redacción IWomen
Los trastornos alimenticios no discriminan entre hombres y mujeres, son condiciones graves de salud mental que se caracterizan por comportamientos alimenticios extremos y poco saludables, y pueden tener consecuencias devastadoras para la salud física y emocional de quienes las padecen.
El doctor Thomas Insel, exdirector del National Institute of Mental Health, explica que “los trastornos alimenticios representan una de las enfermedades mentales más mortales. Es imperativo que entendamos su naturaleza biológica y desarrollemos mejores tratamientos para salvar vidas”.
Además, el doctor James Lock, profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad de Stanford y director del Programa de Trastornos Alimenticios para Niños y Adolescentes, afirma que “la intervención temprana en los trastornos alimenticios es crucial. Los tratamientos basados en la evidencia, como la terapia familiar, pueden ser muy efectivos, especialmente en adolescentes”.
Tipos comunes de trastornos alimenticios
Anorexia nerviosa
Se caracteriza por una restricción extrema de la ingesta calórica, un miedo intenso a ganar peso y una imagen corporal distorsionada. Las personas con anorexia nerviosa tienden a ver su cuerpo como sobrepeso, incluso si están peligrosamente delgadas.
Bulimia Nerviosa
La bulimia nerviosa implica episodios recurrentes de ingesta excesiva de alimentos seguidos de comportamientos compensatorios, como el vómito autoinducido, el uso excesivo de laxantes o el ejercicio excesivo. Las personas que padecen este trastorno sienten una pérdida de control durante los episodios de atracones de comida.
Trastorno por atracón
Son episodios frecuentes de ingesta de grandes cantidades de alimentos en un corto período de tiempo, acompañados de una sensación de pérdida de control y angustia. A diferencia de la bulimia, las personas con trastorno por atracón no realizan regularmente comportamientos compensatorios.
Trastorno de la alimentación selectiva o evitativa
Este trastorno implica una ingesta alimentaria limitada y la evitación de ciertos alimentos debido a sus características sensoriales (como la textura, el color o el olor) o a una falta de interés en la comida. No está relacionado con la preocupación por el peso o la imagen corporal.
Causas de los trastornos alimenticios
Los trastornos alimenticios son complejos y pueden surgir de una combinación de factores biológicos, psicológicos y socioculturales.
Investigaciones sugieren que los trastornos alimenticios pueden tener una base genética. Según el National Institute of Mental Health (NIMH), las personas con familiares cercanos que han sufrido de trastornos alimenticios tienen más probabilidades de desarrollar uno.
Por otra parte, los trastornos alimenticios a menudo están asociados con otras condiciones de salud mental, como la depresión, la ansiedad y los trastornos obsesivo-compulsivos. La autoestima baja, la perfección y el uso de la comida como una forma de control emocional también pueden ser factores contribuyentes.
Otro factor que influye es la presión social, que para alcanzar ciertos estándares de belleza, promovida por los medios de comunicación y las redes sociales, puede influir significativamente en la aparición de trastornos alimenticios. La cultura de la dieta y el énfasis en la delgadez como ideal de belleza juegan un papel importante.
Síntomas y consecuencias
Los síntomas de los trastornos alimenticios varían según el tipo específico, pero pueden incluir:
- Anorexia nerviosa: Pérdida de peso extrema, fatiga, mareos, cabello y uñas quebradizos, amenorrea en mujeres, y problemas digestivos.
- Bulimia nerviosa: Dolor de garganta crónico, inflamación de las glándulas salivales, erosión del esmalte dental, problemas gastrointestinales y desequilibrio electrolítico.
- Trastorno por atracón: Aumento de peso, hipertensión, diabetes tipo 2 y problemas cardíacos.
Consecuencias físicas y emocionales
Los trastornos alimenticios pueden llevar a graves complicaciones médicas, como enfermedades cardíacas, daño renal y osteoporosis. Además, las personas que sufren de estos trastornos a menudo experimentan una disminución en la calidad de vida, con altos niveles de estrés, aislamiento social y un mayor riesgo de suicidio.
Aunque este tema es de suma importancia y amerita atención, la buena noticias es que los trastornos alimenticios pueden y deben ser tratados. La doctora Evelyn Attia, directora del Centro de Trastornos Alimenticios del Hospital Presbiteriano de Nueva York y del Centro de Trastornos Alimenticios de la Universidad de Columbia, asegura que “el tratamiento de los trastornos alimenticios debe ser multidisciplinario, involucrando médicos, psicólogos, nutricionistas y otros profesionales de la salud para abordar tanto los aspectos físicos como mentales de la enfermedad”.
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una de las formas más efectivas de tratamiento, ayudando a las personas a cambiar patrones de pensamiento y comportamiento no saludables. La terapia familiar también puede ser beneficiosa, especialmente para adolescentes.
Además, la intervención médica es crucial para abordar cualquier problema de salud física resultante del trastorno alimenticio. Esto puede incluir la monitorización de la nutrición y el manejo de complicaciones médicas.
En algunos casos, los medicamentos pueden ser recetados para tratar condiciones concurrentes como la depresión y la ansiedad. Sin embargo, no existen medicamentos específicos aprobados para tratar los trastornos alimenticios en sí.
Por último, pero no menos importante, los dietistas y nutricionistas juegan un papel esencial en la recuperación, proporcionando educación y apoyo para desarrollar hábitos alimenticios saludables y sostenibles.
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