La vida siempre nos lanza desafíos, y cuando una lesión entra en nuestro camino, puede hacernos sentir que el ejercicio se ha convertido en algo lejano. Sin embargo, con la actitud correcta y el enfoque adecuado, puedes volver a entrenar de forma segura y con más fuerza que antes.
Lo primero y más importante es escuchar a tu cuerpo. Después de una lesión, el descanso y la recuperación son fundamentales. Pero una vez que recibas el visto bueno de tu médico o fisioterapeuta, es momento de dar ese primer paso hacia el regreso al ejercicio, siempre de manera gradual.
- Ve despacio, no apresures el proceso
Es fácil caer en la tentación de querer volver a hacer todo de una vez, pero la clave está en la paciencia. Comienza con ejercicios suaves que no pongan demasiado estrés sobre la zona lesionada. Si, por ejemplo, te lesionaste una rodilla, los ejercicios de bajo impacto como caminar o nadar son ideales para reactivar tu cuerpo sin riesgo.
- Escucha a tu cuerpo
Tu cuerpo te habla, y tienes que aprender a escuchar sus señales. Si sientes dolor, es una señal clara de que algo no está bien. Evita forzar movimientos que causen incomodidad, y prioriza siempre la seguridad. El objetivo es fortalecer tu cuerpo progresivamente, no arriesgar una nueva lesión.
- Incorpora ejercicios de rehabilitación
No olvides la importancia de la rehabilitación. Los ejercicios específicos que te recomiende un fisioterapeuta o entrenador especializado son cruciales para recuperar la movilidad y la fuerza de la zona afectada. No solo mejorarán tu condición física, sino que te darán confianza para retomar tu rutina de ejercicio sin miedo.
- Progresa gradualmente
A medida que tu cuerpo se va adaptando, puedes ir aumentando la intensidad de tus entrenamientos, pero siempre de forma progresiva. En lugar de hacer un entrenamiento completo de una vez, puedes dividirlo en sesiones más cortas. Recuerda que la consistencia es más importante que la rapidez, y cada paso hacia adelante cuenta.
- No descuides el descanso
El descanso sigue siendo una parte crucial de tu proceso de recuperación. No subestimes su importancia: es cuando descansamos que nuestros músculos se regeneran y crecen. Así que, aunque estés emocionada por volver a entrenar, asegúrate de equilibrar tus entrenamientos con períodos de descanso adecuados.
- Rodéate de apoyo
El regreso al ejercicio después de una lesión puede ser emocionalmente desafiante. Si tienes dudas o te sientes insegura, busca el apoyo de un entrenador personal, un fisioterapeuta o incluso un grupo de mujeres que hayan pasado por lo mismo. La motivación y el ánimo compartido pueden ser fundamentales para mantenerte enfocada en tu bienestar.
Recuerda: el regreso a la actividad física es un viaje, no una carrera. Tómate el tiempo necesario para sanar correctamente, y verás cómo poco a poco recuperas tu fuerza y confianza.
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